Wednesday, July 01, 2009

En el Carpa, Siniestras Siluetas Grises

Entre Santiago y Los Andes, quien viaje por la carretera y se detenga un momento para contemplar con serenidad el amanecer, comprenderá repentinamente cuántos paisajes pueden ocultarse entre ese punto y la frontera imaginaria que cruza de norte a sur a través de la cordillera. Uno de esos paisajes -quizá el de más fácil acceso- es el que ofrece el Cordón de los Españoles. Paralelo a la cordillera de los Andes, este cordón es el intermediario entre lo que comunmente conocemos como "depresión intermedia" y la alta cordillera andina.

Tres son las cumbres que con mayor relevancia componen el Cordón de los Españoles: el cerro Piuquenes por el norte, con 3337 MSNM; seguido por el Arqueado de Barrera (2887 MSNM) y al sur, el Carpa, de 2753 metros de altura.

Aunque varios años atrás con Julián habíamos intentado aproximarnos al Carpa bajo el caluroso sol de enero, no sería sino hasta agosto del 2008 que realizaría un acercamiento más eficaz y conciente al Carpa, un cerro que a través de los años seguía contemplando con ansiedad cada vez que la nieve volvía a relucir en sus suaves faldeos. Este año -el 2009- aprovechando una ventana de buen tiempo de un lunes feriado decidimos volver al Cordón de los Españoles para intentar ver una vez más los secretos paisajes de la cordillera invernal.

Este es el relato fotográfico del ascenso al Carpa que intentamos el 29 de junio con la Lore y Carlos, Nacho y Miguel, de la RAI (Rama de Andinismo de Ingeniería).

Comenzamos la caminata en las inmediaciones del molino de la Dehesa, en el extremo nor-oriente de Santiago, internándonos por entre los senderos que existen cerca del tranque de ahí.


Detrás de nosotros quedaba el sector oriente de Santiago, con buena parte de sus construcciones encaramadas en las faldas de la sierra de San Ramón, plenamente nevada ya a esta altura de la temporada.

Con cerca de dos horas de camino dejamos atrás el barro. Remontando una suave loma, continuamos rodeados de vegetación y nieve, el manto blanco crujiendo como papel diamante bajo cada pisada.


Desde ahí tuvimos inmediatamente una completa vista al Carpa, desde el suroeste. Como se ve, nos esperaba un ascenso marcado por la nieve.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Debíamos subir por la loma que se advierte a la derecha para salir al portezuelo. Desde ahí remontar el filo en dirección al norte, en busca de la cumbre (que, como siempre, desde abajo no se ve).

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Sin dificultad subimos por la suave pendiente, avanzando en medio del paisaje invernal, siempre al nor-este.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Nos dimos un breve descanso antes de empezar a remontar la ladera en dirección al portezuelo.


Pronto fuimos ganando altura y con ello tuvimos una buena vista al club Santa Martina y su cancha de golf. En el oeste divisamos la cordillera de la costa, nevada.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Subíamos en zig-zag buscando la mejor ruta para evitar tener que lidiar con las rocas.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Carlos iba más arriba abriendo la huella, seguido por Miguel.


La Lore también subía batallando palmo a palmo con la nieve honda.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Llegamos al portezuelo cansados pero contentos de haber salido de entre esas rocas y nieve honda. Disfrutamos la vista al cajón del Arrayán y al de Yerba Loca, con el glaciar La Paloma, y los cerros Altar, Leonera y Plomo dominando el fondo. Por la cara oriente de la loma que acababamos de subir, el camino que usan los amigos motoqueros era una huella blanca apenas distinguible en la nieve del resto de la ladera.

Alzamos la vista hacia lo que nos quedaba por delante y sin mayores rocas ni vegetación a la vista asumimos que se trataría de nieve más consolidada. Esperábamos una subida más amable que la anterior.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Pero pronto advertimos que la subida tenía poco que ver con nieve consolidada. Ésta era un polvo blanco y seco, profundamente engañoso en la superficie.

Ya habrán notado que el cielo se nos había comenzado a nublar. La brisa del oeste poco a poco se afanaba en levantar polvo blanco tal como si estuvieramos subiendo una duna en medio del desierto. Comenzaba a ponerse helado y oscuro. Pesado.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Una hora más tarde, tal vez más, tal vez menos, llegamos a Conchalí, nombre con el que han bautizado a una de las antecumbres del Carpa. Juntos una vez más resolvimos que no valía el esfuerzo seguir empujando por la cumbre cuando en el norte y en la cordillera las nubes se arremolinaban en siniestras siluetas grises.

En eso estábamos cuando recordé el cóndor (vultur gryphus) que había avistado casi un año atrás en mi anterior intento al Carpa. Esta vez no había un sólo cóndor a la vista. Nada. Hasta que en el horizonte una lejana sombra alada y nívea se aproximaba en nuestra dirección.

¡La cámara! ¿Dónde metí la camara? ¡BINGO! Aquí está:

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Con su piloto saludándonos desde el murmullo de su cabina, un silencioso planeador pasaba frente a nosotros, tal como le había pasado a Paul en esta ocasión.

Coca-Cola, galletas Morocha y sandwiches de atún para comer, después la foto de antecumbre para la posteridad y de ahí de vuelta para abajo.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Para volver sin complicarnos con las rocas que encontramos de subida, regresamos bajando por una ancha quebrada uniformemente nevada.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Sobre nosotros, el cielo parecía querer protegernos del superior vacío celestial, cubriéndose con densas y sucesivas capas de nubes. Abajo la ciudad todavía podía distinguirse facilmente, aún cuando el smog y la bruma comenzaban a acumularse y subir desde el poniente.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

La marcha de descenso se nos hizo tan lenta como la de subida, una vez más debido a la profundidad de la nieve. De muestra un botón:

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Paramos a descansar un poco a la salida de la quebrada y pronto estábamos en camino una vez más. El atardecer se abalanzaba sobre nosotros con serena determinación, anunciando en el horizonte un hermoso juego de tonos dorados y ambarinos que contrastaban con la oscuridad que empezaban a adquirir las plantas a nuestro alrededor.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Las palabras sobran...

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Rápidos minutos llevaron consigo rápidos cambios de luz, tiñendo detrás nuestro el Carpa. Todas las plantas, huellas, quebradas, lomas y cielo quedaron ebrios de luz.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Y frente a nosotros, el cálido atardecer invernal, despidiéndose.

Photobucket
(Click para versión ampliada)

Con la emoción de esas últimas imágenes, continuamos caminando una hora más bajo la luz de la ciudad reflejada en las nubes. Pronto estábamos de vuelta en el auto y de ahí a una ducha y un merecido plato de comida casera bien caliente y sabrosa.

No comments: