Sunday, August 31, 2008

Subiendo el Provincia por la Ruta 6

Interrumpo los artículos en gestación para dar un rápido paseo por lo que en Tricúspide se describió como la sexta ruta al Provincia.
Ayer sábado fui, como ya es costumbre, a entrenar los tutos al cerro Provincia. Sin cordada de compañía, esta vez me propuse probar la ruta mencionada para variar de las salidas anteriores y hacer algo que llevara el intrínseco sabor de subir a solas un camino nuevo para el suscrito.

Llegué al puente Ñilhue recién a las 10 de la mañana, pues la noche anterior gozamos de la ya tradicional comida del último viernes del mes: deliciosos gnoccis a la bolognessa y al pesto. En razón de la hora y del hecho de que era una ruta que no conocía, no fui con la intención de alcanzar la cumbre, sino sólo de reconocer el camino, por lo cual el relato de ascenso es, en términos técnicos, incompleto. Acá dejo el link a la imágen con el trazado de la ruta que cubrí (para abrir los links en una nueva pestaña, mantengan apretado Ctrl cuando hagan click sobre él).

Pasemos entonces a la descripción de la ruta :)

Lo primero es subir desde el puente Ñilhue y continuar hasta la canaleta de agua ubicada un par de lomas más abajo del Alto del Naranjo. El tiempo estimado fue de 50 minutos. Una vez ahí, se desciende a la canaleta y se camina por su costado durante algo más de media hora hasta llegar al origen de la misma: la bocatoma.

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Es fácil reconocer cuándo falta poco para llegar porque el sonido de la vertiente que corre hasta Vallecito es cada vez más audible. Al volver la vista hacia el norte, se ve así:

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Imposible era continuar por el lado derecho del agua y, considerando que como decía el relato: "En ese punto se juntan dos cursos de agua. Hay que tomar el de la izquierda por unos pocos metros y de alli parte la ruta hacia arriba", busqué un lugar para cruzar y luego me detuve para leer el par de hojas que llevaba con los relatos del foro y así saber por dónde continuar.

No avancé más que un minuto y apareció el segundo curso de agua, procedente desde el sur-este. Aquí confluyen ambos riachuelos, escazos metros más arriba de la bocatoma:

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Desde ahí, mirando hacia el sur había una roca más o menos grande con un hongo o líquen anaranjado y a la derecha de la misma los restos de una zarzamora que se resistía a fenecer. Tomando eso como referencia, observé que un sendero parecía internarse por la derecha apegado al agua y otro subía hacia la izquierda. En ese momento pensé que esa zona era la que se describía como aquella donde antiguamente debía haber estado una puerta de alambres, pero desdeñosamente omití considerar que la descripción decía "unas piedras y las zarzas" (plural).

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En consecuencia, avancé por la derecha algunos metros hasta darme cuenta que el camino acababa ahí. Giré a la izquierda y subí dos metros hasta que empalmé con lo que efectivamente era la huella y por ahí continué otro poco hacia el sur hasta que a la derecha se abre un sector por donde se ve que es posible cruzar la vertiente y, del otro lado, se ve una roca grande.


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En la foto, el agua corre detrás de las zarzas secas que se ven en la esquina inferior derecha. Luego la huella sube internándose entre el manchón verde de pasto (justo "encima" de las zarzas -en la foto) y unas zarzas y rocas apreciables dentro del tercio derecho de la foto.

Atravesada el agua, rápidamente aparece el lugar donde estaba la antigua puerta y que es reconocible de inmediato porque se han colocado muchas ramas apoyadas en una roca. Esto se condice perfectamente con lo relatado en el foro. Viniendo de vuelta, se me ocurrió fotografiar esa zona para dejarla registrada. Así se ve viniendo de vuelta (casi igual que de ida):

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Empecé a caminar hacia el sur, no muy seguro de por dónde se subía. A mi izquierda altos cactus se alzaban como brazos desafiantes en dirección al cielo

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Continué hasta un punto donde dije "¡Basta! Seguro que por aquí no es." Eran cerca de las 12:20 y el terreno estaba muy suelto. Había ganado poca altura y hacia la derecha el terreno caía de un modo poco amable hacia un apretado manto de lo que parecían ser litres, zarzas y cactus; muchos cactus.

Ahí estaba yo, de pie, mirando al entorno e intentando comprender por dónde debía seguir cuando repentinamente el suelo se soltó y en lo que demora un suspiro me afirmé de donde pude antes de continuar resbalando ladera abajo.

Enojado conmigo mismo, busqué un lugar donde sentarme y saqué la botella de Zuko Go para calmar el ánimo. Una lagartija que se había escondido pronto comprendió que no había peligro y salió nuevamente a tomar el sol:

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Para matar el hambre y restituir energías, un alimento de campeones:

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Saqué las hojas con los relatos para releer las descripciones y repentinamente comprendí mi equivocación: "La primera zona de la ruta transcurre por el lado izquierdo del filo que divide las dos aguas". Había estado avanzando por la derecha.

Volví sobre mis pasos y empecé a subir, hacia el este, por un estrecho surco que el agua debío haber horadado durante las últimas lluvias. Remonté el filo y a poco de bajar más al este, hallé lo que sin duda era una huella:

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Ahora sí subía por la zona indicada.

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Hay sectores donde la huella se torna más difusa y parece tan razonable seguir subiendo cerca del lomo del filo, como puede ser hacerlo más apegado al valle de la izquierda. Me acerqué a éste y la vista del agua bajando raudamente era, en efecto, hermosa:

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La ladera caía de un modo muy abrupto por lo cual era necesario asomarse con cuidado, más aún al notar que el terreno estaba bastante suelto. Decidí seguir subiendo, acercándome a la zona más deprimida de un sector relativamente amplio y que asemejaba un ancho valle. De aquí en adelante el ascenso fue lento y cansador. A ratos me preguntaba si eso sería equivalente a subir por un acarreo. El terreno esta muy suelto y no había dónde hallar sombra. Era necesario subir con cuidado y procurando buscar los sectores donde el terreno estaba más aglutinado en torno a las raíces de las plantas.

Más arriba, un promontorio de roca separaba lo que a mi juicio parecían ser dos posibles rutas:

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Una opción era seguir subiendo por el lado derecho de la roca, por esa suerte de valle suponiendo que tal vez aquél conjunto de árboles sería lo que César describió como un bosque de olivillos, en un intento por encontrar algún punto de referencia que me indicara cuánto había avanzado del ascenso (tarea para la casa: averiguar y recordar cuáles son los olivillos y cuáles los coirones). La otra alternativa era asumir que aún no alcanzaba la suficiente altura y que, por lo mismo, debía seguir subiendo por la izquierda hasta, eventualmente, llegar a la derecha de un filo (donde debería cruzar para llegar nuevamente al lado izquierdo, como se describe acá, en el penúltimo párrafo).

Sentía que había subido bastante porque al volver la vista hacia el norte, a mis espaldas, la distancia y altura evidenciaban cierto progreso.

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Y sin embargo apenas me encontraba a una altura similar a la del Alto del Naranjo (cuyo quillay podía identificar sin problemas). Eran pasadas las 13:30 cuando decidí acercarme al este, a mi izquierda, para dar un vistazo a ver si aparecía alguna referencia. Lo que vi, fue una loma más o menos escarpada y salpicada de densos ramilletes de ¿árboles? ¿plantas más bajas? ¿un bosquecillo? Juzguen ustedes:

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Ahí me bajaron todas las dudas existenciales y me dije a mi mismo: "OK, hoy no habrá cumbre." Empecé a bajar. La imagen anterior la fotografié varios metros más arriba del conjunto de chaguales que se agolpan sobre la roca cerca del centro de la siguiente imagen (por el ángulo, el punto exacto no alcanza a verse):

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Mirando hacia el este y para abajo, la vertiente se arremolinaba a los pies de la escarpada ladera:

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Ya mucho más abajo, cerca del primer lugar donde me asomé a mirar desde lo alto el curso de agua que corría por el este, nuevamente volví la vista al sur, para ver cuánto había bajado:

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Al centro está lo que parece ser un paredón de roca que se va curvando a medida que sube y empieza a proyectar una oscura sombra. Un poco más arriba de donde comienza a curvarse, a la izquierda de lo que se ve como un solitario árbol, hay un mánchon de pálido verde (los chaguales) que cubre la roca, en cuyo extremo fue donde capté la imagen que me hizo decidir el regreso.
Ahora con zoom:

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Estar de regreso en la bocatoma de la canaleta fue un descanso extraordinariamente agradable. Sentí fluir el agua entre las manos y los brazos, me mojé la cara y cerré los ojos mientras el ruido se transformaba en el sonido que el agua saca a la tierra, a las rocas, como el arco de un violín extrayendo la vibración de sus cuerdas, y el canto de los pájaros y el murmullo casi mecánico de los insectos...

En fin, ya estaba de regreso.

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E P Í L O G O

Caminé de regreso por la canaleta, sin apuro alguno.

Cuando supe que ya no volvería a mirar atrás, me despedí del cerro mirándolo por última vez y vi con total claridad el derrotero por el que había estado deambulándo hacía tan poco rato.

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Seguí adelante.

Eran poco más de las tres de la tarde y los rayos del sol hicieron resplandecer los árboles que crecen al alero de la acequia. Así como la mejor hora para el color de los cactus es cerca de las 18:10, la mejor para los árboles y la hierba (al menos en ladera este) es la de las 15:10. He aquí el por qué:

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¿No dan ganas de tirarse a dormir la siesta?

Una hora más tarde guardaba mis bastones en el puente Ñilhue, cuando otro montañero que venía de vuelta atravesó el portal y empezamos a conversar.


Dadas las circunstancias de cada uno, nos animamos a hacer juntos el camino de vuelta hasta la plaza San Enrique. La caminata y el tiempo transcurrieron entre risas, opiniones y verdades, tras las cuales Leonardo, el amigo montañero, amablemente se ofreció que compartieramos un par de bebidas cuando llegáramos a la plaza.

Las compró en el folklórico supermercado de la esquina

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Y fuimos a sentarnos a la plaza mientras esperábamos que su señora, la Pame, terminara sus clases antes de venir a buscarlo.

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La conversación continuó y se fue la luz. Se prendiéron las luces. Los escaños se ocupaban y desocupaban. Los locos del sector iban y venían, conversaban entre ellos y seguían cada uno hacia donde sea que fueran. Como los montañeros que se encuentran y siguen cada uno su camino, para reencontrarse en un cerro, en vez de hacerlo en un mall o en un canal de televisión. Cada uno sigue su camino, su sendero, hacia un valle, hacia una nueva cumbre.

Agradecimientos: a los foreros Francisco (ftoyos) y César (Aco), que en Tricúspide detallaron esta ruta, haciendo posible, de ese modo, la salida aquí relatada y también a los foreros que con sus preguntas y acotaciones en el tópico específico contribuyeron a depurar las descripciones de la ruta. También a Leo, por la grata compañía, conversación y la excelente Coca-Cola; ojalá que se repita.

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